domingo, 30 de mayo de 2010

Te extraño, del verbo extrañar.


Extrañar, de acuerdo a la Real Academia Española, viene del latín extraneāre que en su acepción más básica, primaria, es un verbo transitivo que significa: desterrar a país extranjero, es hasta la acepción número cuatro que encontramos lo que probablemente sea lo primero en venir a nuestra mente cuando escuchamos esta palabra: Echar de menos a alguien o algo, sentir su falta.

Seré más específica y le quitaré el “o algo”, me limitaré entonces a decir que extrañar es echar de menos a alguien, sentir su falta. Y luego reflexionar sobre el significado más elemental, de su raíz latina, “desterrar a país extranjero” no puedo evitar pensar que aquel que extraña es el mismo que alejó de sí, de una forma u otra a aquel a quien extraña, no no, claro que no, seguramente habrá quien extraña a alguien sin ser el causante de la lejanía, cierto?

Después podríamos hacer una larga lista de las muchas formas de extrañar a alguien, los que creen en los conceptos de paralingüística podrían afirmar que los visuales extrañan esas a las que yo les llamo “fotos del alma” (en algún lado lo escuché) son imágenes que conservamos tan etéreas como vívidas en nuestra memoria, momentos exactos, precisos, perfectos, que se conectan en el corazón.

Si seguimos esta línea podríamos afirmar entonces que los auditivos recuerdan el tono exacto de la voz de aquel a quien se extraña, el ritmo de sus pasos en la escalera, su risa y hasta su respiración, los kinestésicos (o kinésicos) sin duda recordarán con mayor claridad las sensaciones, la piel erizada en aquel primer roce, el empate de perfecto de una mano dentro de otra, la fuerza de su abrazo…

Tendría necesariamente que aclarar que ninguno extraña en una sola sintonía, que como de músico, poeta y loco, tenemos todos un poco, también pasa con lo visual, lo auditivo y lo kinestésico, el hecho es que sea cual sea el tipo de recuerdo que nos ocupa en determinado momento, el evocarlos nos hace suspirar con ese dolorcito clavado en el pecho que casi llega a disfrutarse y una sensación extraña en los lagrimales como si a punto estuvieran de estallar, aunque no siempre pasa.

Luego claro, sería necesario analizar que se hace cuando extrañas a alguien, esto depende de las circunstancias particulares que los separan, y entonces la solución podría ir desde salir corriendo a buscar al extrañado o extrañada, pasando por hacer una llamada telefónica, esperar pacientemente su regreso, hasta aceptar que lo único que te queda por hacer es abrazar el recuerdo, vivirlo, gozarlo, sufrirlo y luego dejarlo ir, o al menos intentarlo.

Otra cosa que se puede hacer es sentarse como yo, a escribir un texto como este en el que trato inútilmente de describir el sentimiento que me aqueja mientras evoco la manita de mi hija llamándome a través de la reja de la casa de su Papá, diciendo: “Mami, me quiero ir contigo” mientras yo me alejaba tratando de hacer lo que ambos consideramos correcto para ella, intentando imaginar como hace con sus menos de siete añitos para lidiar con el sentimiento que yo apenas puedo soportar.

Saber que me extraña y no estar ahí para liberarla de ese sentimiento, me duele tanto o más que extrañarla…y vaya que lo hago, la extraño.

sábado, 22 de mayo de 2010

Hasta el final!




Una de las lecciones mejor aprendidas de mi vida es la del compromiso, lo que yo ahora con mi hija llamo “cerrar círculos” llevar las cosas a cabo, terminar, llegar al límite de la mejor forma posible, en una palabra, cumplir.

Cuando estaba en la secundaria, ahhh… hermosa época en la que las niñas tienen más bigote que los niños y aún así nos enamoramos unos de otros, hasta que después de unos años ves las fotos y te das cuenta de que aquel que te robaba el aliento, era un adefesio con acné, perdón, estoy perdiendo el hilo, les decía, en aquel entonces yo entré a estudiar a una escuela secundaria federal, la famosísima #3 “Congreso de Anáhuac” en Aguascalientes, a la cual yo llegaba con tan solo cruzar el baldío frente a mi casa y aún así llegaba tarde o quizás debo decir, que por tal motivo llegaba tarde, en fin, el caso es que en el primer año, uno debía elegir el taller en el que participaría durante los 3 años de secundaria, la decisión era importante y las opciones únicamente tres: Taquimecanografía, Dibujo Técnico y Electrónica.

Mi condición de niña obligaba casi por default a elegir Taquimecanografía, si elegía Dibujo Técnico me iban a decir marimacha y si elegía electrónica, ni les cuento!! Así que no lo pensé 2 veces y elegí Taquimecanografía, todo iba bien hasta que conocí a la maestra …creo que la Maestra era más famosa que la secundaria misma y el terror que causaba era más sonado que su propio nombre… Sumiko…ni siquiera recuerdo si era nombre o apellido, ah! pero a ella, sí que la recuerdo…

Yo entré a la secundaria en 1987 así que como podrán suponer, escribíamos en máquinas mecánicas y llevábamos un cubre teclado, que era algo así como un mandil con tela doble al frente y una liga con la que la parte superior del mandil se sujetaba a la parte posterior de la máquina, de modo que la tela nos impedía ver el teclado, la maestra Sumiko cuidaba desde nuestra postura en la silla hasta la de las manos, era un grupo numeroso, no exagero si afirmo que seríamos unas 40 niñas, era un salón amplio y cómodo, ahí no había queja, pero la maestra me imponía de una forma que no sé describir, temblaba si se acercaba a mi lugar y mi nerviosismo provocaba que me equivocara, de la taquigrafía ni qué decir, siempre fui fatal, ahora mismo no recuerdo un solo trazo y no sé como hice para aprobar la materia.

Después de un mes de tan enloquecedora tortura, llegué a una conclusión… prefería que me dijeran marimacha. Hice las investigaciones pertinentes y averigüé que aún había lugar en dibujo técnico, así que estaba feliz, con la vida resuelta, lo único que hacía falta era la autorización de mis Papás y listo!! Pan comido murmuré para mi misma… ajá! No sabía la batalla campal que me esperaba!

Cuidé todos los detalles, hasta llevé a la casa un testimonio viviente, mi amiga Claudia, que estaba en dibujo técnico y les contaría a mis padres las maravillas que había aprendido en un mes, todo estaba dispuesto, ya hasta el papelito para firma traía en la mano, entramos a casa y le dije muy sonriente a mi Mamá: “te acuerdas que te dije que la Maestra Sumiko me da miedo? Pues tengo todo arreglado! Me voy a cambiar a dibujo técnico!” mi Mamá borró la sonrisa del rostro, veladamente despachó a Claudia pa’ su casa y me dijo: “que vas a qué?” “a cambiarme a Dibujo Técnico, ya averigüé, aún hay lugar y traigo la hojita para que me la firmes” y sin darme opción a seguir, tomó la hojita, la puso arriba del refri y me dijo: “no.” Bah! Que importa, pensé, más tarde llegará mi Papá, seguro que no me lo niega y me quedé tranquila.

Cuando llegó mi Papá, corrí con el chisme (con una perfecta dosis de drama claro está) y él de inmediato fue a defenderme de mi “injusta” Madre, “la niña no está contenta, si se quiere cambiar y todavía se puede, cuál es el problema”… y la bomba estalló, no recuerdo bien los argumentos de uno y otro sólo que hablaban y hablaban levantando la voz mientras yo esperaba el veredicto, que al final vino de la boca de mi Papá: “te vas a quedar en Taquimecanografía y vas a terminar, la próxima vez que vayas a tomar una decisión a largo plazo, piénsalo mejor” (yo desde luego no sabía ni lo que quería decir “a largo plazo”).

Como buena adolescente dramaqueen fui a mi cuarto y lloré y lloré y lloré y al día siguiente, con la derrota en hombros, acudí a la secundaria y a regañadientes, me presenté de nuevo en el taller, con la Maestra Sumiko, no había opción, así que me apliqué, aprendí todo lo que pude escribí decenas, cientos, miles de páginas (no exagero) aprendí a hacer cartas, oficios, reportes, you name it, I wrote it, y después de 3 años y de muchas curitas en los dedos por las veces que no atiné a la tecla y se me atoró el dedo entre los fierritos, después de muchos papelitos kores que me ayudaron a corregir mis errores y de 3 álbumes que aún conservo, por fin me gradué.

De la Maestra Sumiko les puedo decir que no era tan mala, es más, no era mala en lo absoluto, era una maestra de esas que sabían el balance justo entre firmeza y cariño, que te forzaban tan lejos como podías llegar y luego en la catarsis reconocía tu esfuerzo, es por eso que la recuerdo.

Ahora lo agradezco tanto, ojalá pudieran ver la velocidad con la que mis dedos recorren el teclado, casi sin error, gracias a la maestra Sumiko fui asistente de redacción en un noticiero local a los 16 años y gracias a ella y a mis padres conocí la satisfacción de cumplir con un compromiso asumido, de tomar una decisión y luego, contra viento y marea llevarla hasta su fin, de concretar un objetivo, de saber que una meta cumplida puede ser sinónimo de éxito.

Trato de transmitir esta lección a mi hija y a todos los que me rodean, en twitter, a través de tres convocatorias: #TwitterasAsesinas #TwitterasDesesperadas y aún en marcha #HastaelTwittertienemiedo, iniciativas que buscan crear un foro de expresión para los twitteros de todas las edades y por diversos medios, primero a través de relatos y ahora de podcasts (audios en mp3).

En todas las ocasiones, aproximadamente un 50% de las personas registradas, no termina el proyecto, sé de algunos que empiezan el trabajo y por cualquiera que sea el motivo, no lo terminan, por supuesto hay causas de fuerza mayor que a veces impiden la concreción del proyecto, pero muchas otras, lamentablemente las más, es porque “se echaron para atrás”

Ojalá pudiera transmitirles la emoción de los ganadores de las primeras convocatorias, la satisfacción que expresan la mayoría de los participantes cuando entregan su trabajo, la sorpresa que nos llevamos jurado y organizadores con la calidad, el empeño y el talento del que somos testigos cada vez que uno de los proyectos llega.

Y de nuevo, vendrán las calificaciones y los ganadores y la premiación y estoy segura de que todos los que formen parte de ello, vivirán una experiencia altamente gratificante en más de un sentido.

Gracias Rodrigo por asumir conmigo la responsabilidad de este esfuerzo y entregarte a él en cuerpo y alma, gracias Evielkhon por haber hecho de nuevo derroche de tu talento por el sólo gusto de apoyar, gracias a los patrocinadores, al jurado y sobre todo, mi agradecimiento y reconocimiento a todos los participantes.

En cuanto al resto, me quedan 2 horas para insistir, para presionarlos hasta donde creo que pueden llegar así que seguiré haciéndolo…

Y al dar la media noche, al igual que todos los que hayan hecho su parte, podré decir: misión cumplida y arrancaré junto a ellos la nueva etapa… otra vez, hasta el final!

viernes, 14 de mayo de 2010

Festival del Día de las Madres...



Mi hija se fue hoy a dormir, no sin antes ensayar los pasitos de baile que le tocará realizar mañana en el Festival del día de las Madres, tiene que ir vestida de mallones, blusón, cinturón ancho y aretes grandes y todavía entre paréntesis la maestra escribió “(Flans)” sabiendo que las Mamás de mi generación ubicamos perfectamente el look aquel que se lograba a base de un tubo para el cabello y dos litros de aquanet, había otro, el punk algo, como olvidarlo! Era azul y si se te ocurría mojarte el pelo después de peinada, estabas perdida, el pelo quedaba tieeeeeso tieso y se hacía blanco si además se te ocurría pasarte un cepillo por encima.

Ah, que tiempos aquellos pero eso era en mis días de secundaria, antes de eso, unos cuántos años atrás, cuando yo estaba en la primaria, cuando todavía mi peinado dependía de mi Mamá así como la decisión de usar laca o limón para que hasta el más pequeño pelo quedara en su lugar, yo participaba, como lo hará mi hija mañana en el que era prácticamente el evento del año: el “Festival del día de las Madres”… que recuerdos, fui disfrazada de todo: de norteña, de holandesa, con un traje del futuro (consistía en añadir al uniforme unas hombreras hechas de cartón y papel lustre).

Uno de los que más recuerdo fue aquel en el que por alguna razón el coche de mi Mamá no servía pero “al cabo la escuela está cerca” y para mi la mayor vergüenza de la vida fue tener que caminar vestida de huasteca y con huaraches!! Que horror!! 10 cuadras hasta llegar a la primaria, recuerdo que las niñas íbamos todas peinadas iguales, el traje era bonito, me gustaba, pero odiaba los huaraches, todas iban maquilladas menos yo, pero eso era siempre, a esas alturas me había acostumbrado.

Durante los festivales siempre se esperan las mismas cosas, sólo que no se sabe en que momento ocurrirán: el niño que ve a la Mamá y se pone a chillar para que lo bajen del escenario y lo lleven con ella… ejem, esa suele ser mi hija, o solía, ahora aguanta estoicamente hasta el final de la presentación, en fin, decía yo, está también el niño despreocupado al que se le olvida todo o se queda bailando a mitad del escenario cuando todos ya salieron en filita y arranca a las Mamás una carcajada en lo que sale del destanteo, siempre están también los que lo hacen maravillosamente y se ganan comentarios como “mira miraaaa el chiquito de azul, que bien lo hace!” mientras la Mamá se regodea en su incómoda silla plegable rentada por la escuela para tan memorable ocasión.

También hay una parte emotiva, que desde hace 20 años en las escuelas que yo conozco (incluída mi propia primaria) es cuando los niños cantan a coro “…esa mujer de quien hablo, es linda mi amiga gaviota, su nombre es: mi Madre” y empieza el rodadero de lágrimas, las escuelas más vanguardistas ahora incluyen en el repertorio “Mamaaaaaaá hoy quiero decir te aaaaaamoooo”, en la escuela de mi hija cantan además una extrañísima en la que los niños se quejan amargamente diciendo que de grandes no quieren casarse, como va?… ah si “…y me cuesta creer que algún día me casaré oh si, y te dejaré” en esta parte, los que lloran son los niños, no sé si este método de tortura lo inventaron en el colegio de mi hija o si hay alguna otra escuela que conozca la canción (agradecería que me lo dijeran, dicho sea de paso).

En lo personal nunca me ha quedado claro quién se supone que se divierte, generalmente la Mamá pasa horas confeccionando el disfraz, aunque ahora la mayoría de las escuelas te lo enjaretan por una nada módica cantidad pero aún así las sacrificadas Madres elegimos complicarnos la vida, haciéndole un moñito que le combine o cambiando el listón de tal color por uno más vistoso y cosas así, luego al día siguiente, ahi va una toda atarantada y mal dormida a aplaudirle a su chamaco que generalmente odia participar en estos eventos y tiene ganas de darle un patín a la Maestra porque no sólo lo obligan a bailar con alguien del sexo opuesto, sino que además es justo el que le cae gordo… nomás que era por estaturas.

Después, la espera, lo siento por las Mamás de sexto que se tienen que chutar todo el festival hasta ver a sus querubines y las pobres maestras pasando aceite y haciendo changuitos para que el número que prepararon con tanto esfuerzo salga bien y que no, a la mera hora, a un niño se le olvide entre quien y quien iba al cambiar de lugar y entre que unos le recuerdan donde iba y otros se destantean con el olvido del primero, se pierda la hermosa figura preparada para el baile que les salía perfectamente en los ensayos.

Luego viene el regalito, claro, florecitas, sachetts, marquitos de pasta seca elaborados por ellos mismos, las huellitas de sus manos enmarcadas, una tarjeta recortada toda chueca que adentro dice: “Eres la mejor Mami del mundo” cosa que nos emociona hasta que advertimos que todas dicen lo mismo porque la maestra se los puso en el pizarrón para que lo copiaran.

Y cada año, desde que yo tengo uso de razón, desde que asistía como norteña, niña del futuro o huasteca, hasta ahora que voy como homenajeada, la cosa no cambia, los festivales tienen siempre los mismos elementos y si yo fuera de verdad muy mala calaña me atrevería a cuestionar, entonces, por qué jijos los siguen haciendo? No podrían mandarnos un regalazo, así todo envueltito bien bonito con el mismo dinero que usan para el evento? O que tal si nada más les dan el día y ya nos vamos cada quien con su cada cual a festejar a donde se nos pegue la gana?… por qué el festival?

Cada uno de ustedes tendrá sin duda su propia percepción, su propia respuesta, su propio por qué, yo, ahora, releyendo esta entrada y viajando muy atrás en mi memoria, encuentro algunas razones, de hecho más que evidentes: el que te involucres con tus chaparros en la consecución de un objetivo, que cada uno perciba lo importante que es para el otro el dedicarse un día especial, el que tu hijo sienta tu apoyo y tu emoción cuando te ve sentada entre el público, aplaudiendo como si tuvieras enfrente al mismísimo “Potrillo”, el que tus ojos se llenen de lágrimas incontenibles con una canción cursi cuya letra te sabes de memoria pero que logra tocarte la fibra más sensible del corazón, su sonrisa o su llanto desde el escenario, buscándote siempre, para saludarte, para agradarte, para comprobar que ya poco importan el disfraz, la música y el regalito, solo importan esas dos miradas inseparables buscándose entre el gentío para decirse el uno al otro: “estoy aquí”.

Para eso lo hacen, para recordarnos, aunque ni debería hacer falta, que estamos unidos por siempre y eso, hay que celebrarlo.

Feliz día de las Madres!