sábado, 17 de julio de 2010

Éramos una familia acomodada

...cinco en una cama.

blog

Ese chiste es viejo y la verdad siempre me ha dado mucha risa, aunque el chiste original dice “Éramos una familia acomodada, diez en una cama” nosotros sólo éramos cinco así que me he tomado la licencia literaria (o chisteraria), para adaptarlo a la situación.

El caso es que justo ahora, mañana de sábado, con mi hija acomodándose en la cama pa’ acá y pa’allá, sin la menor intención de levantarse, con Arequita (nuestra perrita) a los pies de la cama mientras vemos la tele, recordé las mañanas de domingo en casa, para ser precisos, en esta misma casa.

Los domingos temprano, aunque no sabría precisar la hora, el primero en levantarse corría a la cama de mis Papás y al despertarnos los demás nos uníamos al jolgorio, porque aquello era como una fiesta, nos trepábamos unos encima de otros en la cama, nos hacíamos bolita, mi Papá nos agarraba a cosquillas, platicábamos de lo que haríamos en el día, o de cualquier otra cosa, francamente no importaba, no recuerdo tampoco cuanto tiempo pasábamos así, pero el que haya sido, fue muy poquito.

Luego empezamos a crecer… yo menos que mis hermanos, dicho sea de paso, y después cada uno se sentía muy maduro e independiente para hacer algo así, cada quien empezó a despertar en diferente mundo, cada uno en una casa diferente aún en el mismo espacio y bajo el mismo techo.

No puedo hablar por mis hermanos, claro, pero de mi puedo decir que nunca he sido una hija ejemplar en el tema de departir con la familia, generalmente huyo de las reuniones familiares y cuando asisto me siento en un lugar del que no me muevo, hablo con los dos o tres incautos que se atrevieron a sentarse a mi alrededor y me divierto eso si, pero me cuesta.

Siendo realistas y sinceros no hay nada ni nadie a quien yo pueda culpar de mi lejanía familiar, desde que recuerdo ha sido el reproche, y con razón, de mis Padres, aún recuerdo la frase que utilizaba mi Papá cuando me negaba a ir a Guadalajara: “estás segregando a la familia”.

Desde que tuve edad suficiente (según yo) para elegir si ir o no a ciertos eventos, me he negado, asisto únicamente a aquellos de quienes dentro de la familia, siento más cercanos, e insisto, la paso bien.

Esta entrada empezó como una reflexión y termina como una confesión, una que acá en el mundo real, ni falta que hace, me conocen bien y han terminado por aceptarme así.

No sé si un día cambiaré, para ser completamente honesta, no está entre mis planes, amo a mi familia profundamente y me gusta que mi hija conviva con sus primos, aunque me temo que mi ejemplo la arrastra a otro punto.

Pues bien, heme aquí, asumiéndome como la peor de las hijas/primas/sobrinas/tías/madres/hermanas en cuanto a convivencia se refiere, sumando a esta reflexión el hecho de que mi hija, que de por si tiene una personalidad introvertida no encuentra fácil relacionarse con los demás.

Confesando que cuando se trata de relaciones laborales y personales no tengo problema alguno en desenvolverme pero soy una inepta en temas familiares.

Declarando aquí que con todo el desapego que me caracteriza entre mis familiares, con mi ausencia en los eventos y mi distancia siempre evidente, añoro como pocas cosas esos domingos de estar tirados en la cama unos sobre otros hablando y riendo, sobre todo cuando pienso que es un recuerdo que mi hija no tendrá, no así.

Cuando escucho hablar de familias “disfuncionales” refiriéndose a los matrimonios separados, madres solteras y otro tipo de condiciones, siempre me obligo a pensar si he forzado a mi hija a vivir en una familia disfuncional o si con amor y esfuerzo puedo enseñarla a vivir en una familia que funciona diferente, espero de todo corazón que sea lo segundo y que al paso de los años termine diciendo: “éramos una familia acomodada…dos en una cama”…y un perro.

4 comentarios:

  1. Querida Tania: Qué hermosa analogía personal haces de esta reflexión. Te felicito, por lo demás, como pedagoga, te invito a romper círculos de crianza con tu pequeña. ¡Nunca es tarde para empezar! Puedes hacerlo ahora con ella para que pueda vivir la experiencia de una vida familiar extendida a primos, tíos, abuelos, etc. La decisión es tuya. Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. En mi opinión, una familia disfuncional no es una familia de padres separados y así, obvio no tengo ni idea de las razones por las que se habrá separado del papá de la pulga, pero creo que hubiera sido peor seguir ahí sólo por darle una "familia" a la niña, cuando muchas veces eso es peor.
    Usted hace mucho por su hija y es una gran persona, seguro que cuando llegue el día, la pulga sabrá valorarlo y no la juzgará por las decisiones que haya tomado, después de todo, ya le tocará a ella tomar sus propias decisiones.
    Un abrazo, doña, se le quiere.
    Saludoxxx

    ResponderEliminar
  3. Linda estampa; de algún modo, y según lo propio, hace evocar el equivalente personal. ¿Quién sabe qué es mejor? Mas bien no desperdiciar la oportunidad de hacer una familia feliz y reflexionar sobre ello es lo admirable.

    Creo.


    ¡Gracias por la hacer recordar!

    ResponderEliminar