martes, 29 de diciembre de 2009

A un paso…

Estudié Comunicación Organizacional, sin mucho detalle, esta especialidad está orientada al interior de empresas u organismos, lo que la hace diferente a la especialidad en medios masivos. En mis primeros años como profesionista me colé a cuanta empresa transnacional pude, y trabajé como pez en el agua en dicha área, la verdad es que me encanta, después decidí casarme y a esa decisión se le sumó 1 año y medio más tarde la de ser Mamá, por supuesto, como todo en la vida, a cada decisión se le suman una serie de consecuencias y a cada consecuencia, una nueva decisión, una cadena que va forjando nuestra historia.

En mi caso, la decisión de la que les hablaré hoy fue dejar de trabajar en el área para la que estudié, ya que cualquier trabajo de ese tipo, al menos así lo percibí entonces, me exigía un horario riguroso que me impedía estar con Luna y por tanto, no era una opción. Desempleada y con todo el tiempo del mundo, comprobé que mis sospechas de toda la vida eran ciertas…no sirvo para ama de casa, miren que quienes lo son merecen todo mi respeto, pero es algo que nomás no me sale, entonces pronto empecé a maquinar cosas que pudiera hacer para generar dinero, mantenerme ocupada y poder pagarle a alguien que me echara la mano con las labores propias del hogar sin descuidar a Luna y la solución fueron las ventas, vendía todo lo que se dejara vender, la única transacción pendiente fue la de venderle mi alma al diablo, pero de ahí en fuera, “you name it, I sold it” zapatos, ropa, joyería, cosméticos, en fin, en poco tiempo me di cuenta de que aquello de las ventas, si bien empezó forzado por mis circunstancias, me venía bien, trabajaba el tiempo que quería y nunca me faltaba dinero, luego pensé que si era tan buena vendedora, seguramente había alguien que me pagaría por hacerlo, busqué empleo y entré a una empresa del sector financiero donde puedo decir que me gradué como vendedora, eso es resistencia a la frustración y no payasadas. Luego puse un negocio por Internet que sigue vigente, bastante exitoso, si tan sólo siguiera siendo mío jajaja ejem ejem, eso como dice Doña Chonita, es otra historia, y luego entré como Gerente de Relaciones en una importante empresa cosmética.

Fue en esta última donde aprendí una importante lección que me ha servido cuando de trazarse metas y alcanzarlas se trata, funcionaba más o menos así: cada ciclo de venta tenía asignados ciertos objetivos en cuanto a facturación, número de vendedoras a mi cargo, número de pedidos, en fin, varios indicadores, yo conocía no sólo los del ciclo que estaba por empezar sino los de todos los ciclos que venían, así que el truco era trabajar por los números de tres ciclos adelante, así el actual, se daba por sí solo.

Si ya sé, a mi también me parecía un poco rebuscado, pero me lo explicaron así: Cuando planeas una fiesta, un gran evento, no decides el mismo día: "ok, bueno ya son las 8 de la mañana, como a que hora será bueno irle avisando a la gente?"...no, meses antes ya hiciste lo más importante: planear; ya agendaste, cotizaste, apartaste, invitaste y todo lo que termina en “aste” y así el día de la fiesta, todo está listo, y el objetivo ya ni siquiera es algo por alcanzar, lo único que tienes que hacer es llegar, y celebrar.

Ahora que el año agoniza y el tic tac del 2010 empieza a sonar cada vez con más fuerza, me he planteado no propósitos, sino objetivos para finales del 2010, oh sí, leen bien, para finales del 2010. Porque los objetivos que yo cumpliré en ese momento, me obligan a planear acciones directas, acertadas y eficientes, desde hoy, hablando en términos organizacionales, tendré dos o tres objetivos generales y muchos específicos que se irán cumpliendo mes con mes para que así, cuando sea el momento, lo único que tenga que hacer sea llegar y celebrar.

Les ofrezco esto como un regalo, como el regalo que fue para mi cuando lo entendí, vivir el ahora es estupendo, siempre y cuando cada cosa que hagas tenga un propósito, te acerque a un objetivo más grande. Basta de vivir al día, apagando fuegos, resolviendo las cosas como van llegando, como dándole a la piñata con los ojos vendados, tirando golpes a lo borras no acertando siempre y tratando de esquivarla cuando regresa a pegarnos después de que creíamos haberla vencido de un palazo.

Vive el presente, si, no vivas para trabajar, pero haz que cada acto, cada palabra, cada momento del ahora, sea significativo, para que mañana tu siguiente meta, esté a un paso de distancia.

Bienvenido 2010, tengo unos asuntitos que tratar contigo…

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Reír por convicción...

Los que me conocen, mis amigos, suelen describirme como alguien alegre, bromista y “ocurrente”, alguien con quien reír a carcajada abierta en cada oportunidad, y después de todo no es una percepción equivocada, yo decidí hace mucho, reír por convicción, porque la risa alimenta, estimula, sana y preserva, lo comprendí desde muy joven, la risa es siempre bienvenida, sobre todo cuando nadie la espera.

Mi Padre es un jarocho experto de la risa, cuando el se carcajea todos los demás lo hacen aunque no sepan el motivo, tiene una de esas risas que contagian, jamás cuenta un chiste completo, olvida el inicio, el desarrollo o el final, pero te ríes como loco porque su propia risa le impide continuar, así que podríamos decir que le heredé la risa y más que eso, los motivos para reír. Mi Madre por el contrario creció en una familia no muy expresiva en la que la risa sin duda, no tenía lugar y mucho menos prioridad.

Recuerdo las Navidades de mi más tierna infancia en Veracruz, mi Padre es de cuna humilde así que las casas que nos hospedaban distaban mucho de tener las comodidades de la nuestra en el DF, el baño sin puerta ni cortina…ni regadera! jajaja, la onda era bañarse a jicarazos, había carencias si, pero a nadie le importaban más que a nosotros, y entonces convertíamos todo en una queja, cómo vamos a ir 30 trepados en una camioneta hasta Catemaco?!!, no hay baño en esta playa?!! Trajeron todo para hacer sándwiches menos el pan?!!

En fin, para nosotros todo era una cadena carencia - queja - carencia y para ellos todo era una cadena carencia - risa - carencia, yo de verdad no lo entendía, ¿como podían reír de lo que faltaba?, de lo que salía mal, de lo que según nosotros, estropeaba la Navidad, ¿que clase de Navidad se limitaba a un regalo por niño bajo el árbol? Mi Mamá llevaba más pero mi Papá le había pedido que nos entregara sólo uno porque era lo que todos recibirían, los demás podían esperar al 6 de enero, y entonces, inconformes otra vez, nos resignábamos a abrir un solo regalo.

Llegado el momento de la celebración había, eso si, comida pa’ aventar pa’arriba, desde el guajolote que mi propia tía había despescuezado esa mañana, hasta los chanchamitos, “coman hasta que se lo tienten con el dedo”, decía mi Abuelo, y de nuevo la risa, reíamos tanto! generalmente de las anécdotas de la infancia de mi Papá y sus hermanos, reíamos tanto que daban las 12 y nadie recordaba que era hora de abrir los regalos, ahora mismo, no puedo recordar lo que me regalaron en ninguna de aquellas Navidades, lo que sí recuerdo es que iniciada la celebración ya no éramos ellos y nosotros, éramos todos, la familia, riendo.

Ahora, con frecuencia me quejo un poco en broma, un poco en serio, de las cosas que se han transformado respecto a la Navidad, que se celebran equivocadamente, el materialismo que impera, la falta de fé…y recuerdo con nostalgia aquellas Navidades en Veracruz, mismas que mi Padre ha creído siempre que odiamos y en las que recibí la mejor lección y ahora que lo pienso, el mejor regalo: la risa.

No desdeño el valor de una lágrima, ni la sensibilidad ante lo que pasa a mi alrededor, el conmoverme lo disfruto, las injusticias me llevan a reflexionar y a tomar acciones, el dolor me recuerda que estoy viva y los golpes, que soy fuerte, los fracasos me impulsan a seguir y los errores a aprender.

Esta Navidad en la que mi pequeña familia atraviesa por tantas transiciones, en la que los problemas económicos amenazan nuestra tranquilidad, en la que puedo ofrecerle tan pocas certezas a Luna, he decidido que junto al árbol, además del oso de peluche y el gusanito que pidió, encuentre alivio, calor y refugio en la risa. Es mi intención ponerle todo a mano y luego llorar de alegría cuando la vea reír, reír siempre, reír por convicción.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Antes de irme...

Cuando tenía 26 años (no hace tanto si uno es positivo) dejé la casa de mis Padres lista ya para volar, valerme por mi misma y disfrutar de mi soledad, que no duró mucho, poco menos de un año después me casé y mi casa se convirtió en la nuestra, luego llegó Luna y el espacio nos parecía tan poco y tan pequeño para ofrecerle que nos dimos a la tarea de encontrar una nueva casa, otra casa más nuestra.

Tras iniciar el via crucis de visitar 10 fraccionamientos nuevos, por cierto uno no se explica pa' que tanta casa con tan poca gente que pueda comprarla, dimos con una que nos encantó, a mi más que ellos, de principio a fin, grande, bonita, me gustó hasta el nombre del modelo: Pisa, me gustó hasta el nombre de la calle: Veneto, me gustó hasta el nombre del fraccionamiento: Villas del Mediterráneo, me gustó su fachada, su patio y sus escaleras de madera, la cocina grande que nunca usaría y el ventanal que comunica el comedor con el jardín, convencidos con la elección, no quedaba más que comprarla.

Y venimos todos, recuerdo a Luna correr por la sala aún vacía con los brazos abiertos gritando: aquí si cabemos Mami! y estaba él y estaba yo, los perros y la tortuga, vino la luz, el agua, la tele de paga, teléfono e internet, casa llena, plena, completa, donde Luna podría crecer y cultivar los más hermosos recuerdos, donde hacerse viejos leyendo libros en la banca de piedra que decidimos poner al frente y desde donde saludas a los vecinos que te caen bien porque no hacen más que saludar.

La vida siguió y la rutina, el desamor y lo que sea que nos haya llegado, llegó, y poco a poco se desmoronaron primero los sueños, después los lazos y por último la familia, y aquella casa hermosa iba perdiendo luz, cada vez un lugar menos cálido para estar, un peor lugar del cual guardar un buen recuerdo y un día, como bien dijo Luna, se rompió.

Luego vienen las dosis de realidad, las cuentas por pagar y la casa se vuelve insostenible, no es más nuestra casa y está a punto de no ser tampoco mía ya. Uno trata por supuesto de consolarse, porque finalmente no hay más remedio que continuar, que guardar en las maletas lo más indispensable y echar mano de la fuerza que habita en nuestro interior y que es lo único que acompañará nuestros pasos vayamos donde vayamos, porque a final de cuentas, tu vida no le importa a nadie más que a tí, suena duro y es tan duro que mas cierto es, tu vida no le importa a nadie más que a tí.

Ahora con un innegable sabor a fracaso vuelvo a refugiarme en las cuatro paredes en las que crecí, a una casa que hace mucho ya no es mía y que jamás podría llamarla nuestra, pero voy, a sabiendas de los golpes que vendrán, de lo difícil que se avista la adaptación a las costumbres que de sobra conozco pero que ya no son las mías.

Sin embargo, con todo el dolor que me causa dejar esta casa ya ni nuestra ni mía, me he propuesto conseguir un lugar más bello, no sé de que tamaño ni en qué colonia, pero más bello, con más luz y más paz, más mío y más nuestro donde Luna pueda ahora sí crecer con los mejores recuerdos de su infancia y mientras tanto seguiré empacando, adiós Pisa, adiós Veneto, adiós Villas del Meditarráneo.

Ya ni nuestra ni mía, pero como duele dejarla...tengo que continuar...

lunes, 7 de diciembre de 2009

Decir lo que se siente...


"Yo quisiera decirles lo que siento
y mi modo de sentir y pensar;
pero creo que no se me va a facilitar
expresarles ese sentimiento.
Porque, según veo, una cosa es sentir
y otra es explicar lo que se siente,
Por eso hay tantísima gente
que no halla luego ni qué decir."
Margarito Ledesma (Gracias, J.)





Hace un par de días, escuché en hermosa lectura este poema de Margarito Ledesma, titulado "No es lo mismo" por cierto se los recomiendo, me encantó su poesía por coloquial y desenfadada, y más allá de eso, sucesos posteriores me trajeron a la mente una y otra vez este poema, cada día enfrentamos sentimientos de diversa índole, que de acuerdo al sentido común deberíamos tener ya muy bien diferenciados, es decir, yo reconozco que cuando por ejemplo estoy esperando para tomar un lugar de estacionamiento que se está desocupando, llega alguien y me lo agandalla, lo que siento se llama: enojo. Cuando visito a un cliente con cierta expectativa del acuerdo con el que saldré de dicha cita y no lo consigo, lo que siento se llama: frustración. Cuando después de un viaje de casi una semana, mi hija se niega a responderme el teléfono, lo que siento se llama...caramba, la cosa se complica...y se complica porque los sentimientos como las personas, no tienen una única definición, son una combinación de sensaciones, que recorren alma y cuerpo, creando un atarantamiento tal que hace difícil separar unas de otras.

Y si de sensaciones complicadas de explicar hablamos, podríamos ponerles nombres como amor, odio, despecho y las más incomprensibles y ambiguas como chipilez, "depre", abandono, pasando por todas positivas y negativas, qué palabras alcanzan a definir lo que en efecto estamos sintiendo?

Además de lo complicado que de por sí es tratar de explicar como nos sentimos, nos topamos con las palabras desgastadas que forman nuestro vocabulario, es como si algunas palabras, de tanto decirlas fueran perdiendo su esencia, son palabras que yo llamo de "Pedro y el Lobo" seguramente conocen la fábula, Pedro miente por diversión diciendo que viene el lobo, cada vez que lo dice la mentira pierde fuerza y cuando es real, lo que dice ya no tiene valor alguno y entonces nadie le cree llega el Lobo y...bueno, todos sabemos el final.

Palabras y frases como: te quiero, te amo, cuenta conmigo, gracias, estoy bien, lo siento, perdóname, estoy enojado, de tanto decirse, les pasa lo que a la mentira de Pedro, y cuando las quieres decir "de veras" a ver quien te cree, si las escucha todos los días y en cualquier espacio es difícil reconocerlas. Valdría entonces hacernos de un buen cofre con llave de combinación donde guardar aquellas palabras que deseamos que conserven su esencia, para que cuando las digamos, tengan en el que las escucha, toda la fuerza con la que nacieron, para que un Te Amo o un Te Extraño, reflejen en sus propias letras todo aquello que sentimos y aunque de cualquier modo resulten insuficientes, buena ayuda serán para ayudarnos a expresar lo que sentimos.

Elegir nuestras palabras, administrarlas, cuidar su esencia, alimentarlas mientras se encuentran bajo nuestro resguardo y cuando sea oportuno, dejarlas salir, es un buen ejercicio, no sea que de tanto decir y decir, llegue el Lobo, se coma lo que sentimos y nadie se entere.

Hay tanto más que siento y tanto más que decir pero si me lo permiten, de momento lo guardaré en mi cofre.