viernes, 1 de marzo de 2019

Carta Abierta II


Hoy me apareció el “recuerdo” en facebook de algo que escribí cuando Luna estaba por entrar a la Secundaria, volaron (porque no pasaron) tres años y casi sin aviso, o al menos así se siente, ahora está a unos días de iniciar 4to. de Liceo (el equivalente a 1º de Prepa en México), sí, la Pulga está en la prepa, la misma que decía “pícula” para pedirme OTRA VEZ que le pusiera la película de “Blanca Nieves”, la misma que me hizo memorizar todas las canciones de “CATS” de tantas veces que las repetía mientras bailaba frente al televisor imitando a la “gatita blanca” con una cinta amarrada en la cintura, larga de atrás para simular la cola, la misma que cuando tenía cinco años nos llenó de orgullo al reconocer la figura de la Torre Eiffel (aunque luego nos dijo que estaba Washington).

Esa niñita siempre calma y observadora, que me ha enseñado (aunque a veces parezca que lo olvido), que no hay una única forma de disfrutar, que hay alegrías menos estridentes que la mía, soledades como paraísos y detalles que a veces parecen chiquititos pero que son los que vale la pena recordar. (Eso me recordó una anécdota de cuando tenía 6 años, acá se las dejo: "La foto con Barbie")

El año pasado, hicimos un viaje juntas para celebrar sus XV años, era la más chica del grupo así que nuestros compañeros de viaje automáticamente sentían la necesidad de protegerla, aunque, seria como es, creo que no cruzó palabra con nadie que no fuera yo, cuando viajábamos de una ciudad a otra, conversaba conmigo en el ómnibus, y hubo un momento en el que una chica que viajaba en el asiento atrás de nosotros (también eran Madre e Hija) me dijo: “le escuché la voz!!”, más emocionada que cuando vimos a la Cibeles. “Qué calladita” decía la mayoría, “debe ser que la Madre habla tanto que ella ni chance tiene” decía la otra madre mexicana del grupo, “yo me la llevo conmigo, es tan divina”, decía una Señora Argentina que seguía viaje hasta Italia, un argentino se pasó tratando de hacerla reír, muchas veces lo consiguió pero igual Luna no le dirigió ni media palabra y… ¿Saben qué? No importó.

Disfrutó A PLENITUD del viaje, nos morimos de risa cada vez que recordamos que después de subir a una de las montañas rusas más rápidas del mundo, donde casi me mato fue en la calesita (carrusel), recuerda todos los detalles del viaje, los espectáculos, los lugares… y la gente que viajó con nosotros, los detalles que tuvieron con ella y su forma de compartir todo aquello que por momentos parecía tanto que era imposible de asimilar.

Hoy, reflexionando, me di cuenta que tanto como le insisto acá que hable con la gente, que conviva más, que no se quede callada, que participe de las conversaciones, que ahora que va a entrar a la prepa, entre con una nueva postura hacia los demás… tanto y TANTO como insisto, tanto y MUCHO… en ese viaje no importó, es cierto que todos podemos, en cada nueva oportunidad, como nuevo es cada día, tratar de ser mejores, más empáticos, más respetuosos de los demás y más conscientes de nuestro entorno, sí, es cierto y eso se lo seguiré diciendo, al mismo tiempo que también yo lo intento, aunque conseguirlo no es tan fácil como decirlo… pero no hay que perder de vista que la vida también es un viaje, y también tenemos algunos compañeros que elegimos, y otros que no, algunos que dejan huella y otros que no recordaremos aunque choquemos con ellos de frente y que, cada uno, vive ese viaje de manera diferente, cada uno decide atesorar lo que es valioso para sí y deja ir todo lo demás.

Como en todo viaje, aprendemos de nuestro origen, aprendemos mucho y tanto más, si se quiere, durante el trayecto, y una vez que parece que hemos alcanzado nuestro destino, descubrimos que sólo llegamos ahí para iniciar otro viaje.

Por eso, en este nuevo inicio, sólo quisiera decirle esto: disfruta del viaje a tu manera, nadie puede vivir, sentir o crear memorias por ti, excepto tú, trata de ser una mejor persona cada día, pero a tu paso, sin dejar que nadie, ni yo… o debo decir, yo menos que nadie, intente marcar un ritmo diferente al tuyo, y crece, crece tanto como puedas, sin miedo, o a pesar de él, nosotros: Papá, Abuela y Yo, estamos orgullosos de acompañarte en este camino.

Dicen que los viajes se viven tres veces: cuando los planeas, cuando los haces y cuando los recuerdas. Así que el día que a nosotros nos toque bajarnos en alguna estación y continúes tu viaje sola, espero de todo corazón que hayamos conseguido que los recuerdos que lleves como equipaje, te llenen el corazón y te ayuden a seguir.

Feliz inicio de año, Pulguita. Te amamos.