jueves, 25 de febrero de 2010

Asiento central de la séptima fila




Soy una maniática del cine, la mayoría diría que lo correcto es decir cinéfila pero en mi caso creo que maniática es más apropiado, cuando voy al cine siempre cuento las filas para sentarme en la séptima, aunque quizás los cines de ahora no tengan ya mucho que ver con el origen de esta costumbre, en Francia por allá de 1638, se le llamó a este lugar privilegiado “L'œil du prince” o lo que es lo mismo “El ojo del príncipe” el centro de la séptima fila marcaba el mejor lugar en el teatro para ver una función porque la distancia del escenario hasta ese punto era proporcional al ancho del escenario, lo que permitía apreciar perfectamente todo lo que en él ocurría, así que por mero amor a la tradición, siempre llego temprano para ocupar dicho lugar.

Supongo que amo ir al cine porque tengo un sin fin de emociones de diferentes etapas de mi vida, relacionadas con el séptimo arte, cuando era niña, ya no vivíamos en el DF pero íbamos con cierta regularidad, una vez nuestra visita coincidió con el super estreno de “Katy la oruga” yo estaba muy emocionada porque iba a verla antes que nadie en Aguascalientes, donde tardaría semanas en llegar, así que mi Papá nos dejó a mi Mamá y a mí en el cine y nos dijo que regresaba en dos horas, cuando llegamos a la taquilla, los boletos se habían agotado, en aquel entonces no había teléfonos celulares, así que era imposible pedirle a mi Papá que regresara y nos quedamos sentadas afuera, vi a todos los niños entrar y salir contentos de la película y a la fila de la siguiente función, a la que por cuestiones de tiempo no alcanzábamos a entrar, formarse frente a nosotros que nos fuimos de ahí sin ver la película, que tristeza! Fue para mí un gran drama y sin duda una de mis primeras lecciones de resistencia a la frustración, siempre he creído que las cosas que recordamos de una manera tan vívida, son las que forman nuestro carácter.

Más grande… a decir verdad no recuerdo ni la edad, ni la película, sólo recuerdo que era en tercera dimensión y que algo tenían que ver unos indios, fui a ver mi primera película en tercera dimensión, los lentes eran cuadrados y grandotes, de papel, tenían un lado azul y uno rojo, como de celofán, insisto, no sé qué película era, sólo recuerdo a mi Papá tratando de esquivar las flechas.

Cuando estaba en la prepa ir al cine era tan emocionante, en esa época es cuando menos importa lo que vas a ver, lo importante es con quien vas, descubres la emoción de que te tomen de la mano, de que apliquen la típica estrategia de estirar los brazos para luego posar la mano ligeramente sobre tu hombro, la electricidad que genera un choque de manos dentro de una bolsa de palomitas y los pon pons derretidos en la bolsita que sostenías entre su mano y la tuya.

Luego, viene una etapa más madura, no vas al cine por ir, empiezas a reconocer actores, directores, se define tu gusto por ciertos géneros y la experiencia cobra otro nivel, yo reconozco a un verdadero amante del cine porque se queda sentado cuando ya todos se fueron, leyendo los créditos finales.

He crecido viendo cine y amándolo, recuerdo una época en la que mientras estaba formada me tapaba los oídos para no escuchar las críticas y comentarios de los que iban saliendo y muchos aplaudían cuando la película terminaba, recuerdo las butacas de antes y los muritos que separaban las diferentes secciones del cine, recuerdo a mi Papá cargándome para tocar la pantalla cuando se acababa la función.

Hoy procuro ir todo lo que puedo y empiezo a creer que este amor por el cine es genético, cuando mi hija tenía menos de dos años la llevé al cine a ver una película de Winnie Pooh y como yo acostumbro hacerlo, nos quedamos hasta el final, ella vió completita la película, no se durmió ni se inquietó y cuando encendieron las luces y la pantalla perdía su brillo, con la manita se despedía de Pooh y sus amigos mientras soltaba una lagrimita.

Por supuesto que están los dvd’s y ahora el blue ray y sabrá Dios que venga después, y está el internet y la facilidad de ver y bajar películas de un sin fin de lugares y aunque es cómodo y por supuesto también disfruto acurrucarme en un sillón y ver una película de principio a fin una y otra vez y cuántas veces me plazca, no cambio por nada la experiencia de ir al cine.

Amo el olor a palomitas que generalmente se me acaban antes de que empiece la película, incluso los personajes que ahí convergen desde los grupos de adolescentes que hacen bromas en los momentos dramáticos de la película o empiezan a poner apodos ahí mismo usando los nombre de los personajes y dicen en voz alta cosas como “ira wey! Es igualito al profe de física” y luego todos sueltan la carcajada, hasta el altote que justo se sienta atrás de mí y me acomoda tres patines durante la función, pasando por los niños que hacen siempre las mismas preguntas: “que es eso?” “que está haciendo?” “qué dijo?” y por otra parte los ancianos que, no, esperen, los ancianos preguntan lo mismo.

Hasta el peor de todos, al que yo llamo “el narrador” y que por alguna extraña razón piensa que su acompañante es ciego o sordo y detalla todo lo que va pasando en la pantalla, durante toda la película, según él en voz baja pero lo escuchas perfectamente “mira mira, va a entrar, híjole, pero adentro está el malo, mira! Que te dije, se van a pelear! Chin! Le dio muy duro” en fin...

El caso es que siempre encuentro estimulante la idea de ir al cine, como cuando era niña y pregunté “qué dijo?” o cuando era adolescente y empecé una guerra de palomitas, cuando me tomaron la mano por primera vez, cuando me di el gusto de callar a un narrador mirándolo con ojos de pistola, como ahora que disfruto quedarme sola en la sala a ver los créditos y quién sabe, tal vez un día ya anciana me sentaré en el asiento central de la séptima fila y preguntaré al de a lado: “¿Qué dijo?!”

Mientras los de atrás me dicen: Shhhh!

2 comentarios:

  1. hahahahahaha
    ya sé, todo muy cierto, cada etapa, cada personaje que nos encontramos...
    aunque tengo que admitir que ir con mi papá es la muerte... el tiene la maldición... siempre hay un narrador contando la película detrás de él xD
    hahahahaha
    muy buena entrada, doña
    ya sabe, aquí su super fan =)
    saludoxxx

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  2. Tania, eres muy buena para describir de forma tan natural lo que sentimos en diferentes situaciones de la vida. Felicidades!

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