jueves, 4 de marzo de 2010

Carpe diem




Por allá en 1989 se estrenó “La sociedad de los poetas muertos” una película inspiradora como pocas, como ninguna en su contexto, me atrevería a decir, al menos para mí.

Sé que no exagero al decir que marcó a toda una generación que de jóvenes que nos identificábamos con el sentir de los personajes que luchaban a costa de lo que fuera con tal de alcanzar sus sueños y descubrir que no siempre era así, que a veces el destino, las circunstancias, la propia familia, nos llevan por caminos que no eran los que deseábamos seguir y por otro lado, muestra también como aquellos que se atreven a ser diferentes, a enseñarte a pensar a guiarte a encontrar no el camino correcto, sino tu camino, cualquiera que sea, no siempre son vistos con buenos ojos.
Hay una frase de la película, que aún ahora veo que mis contemporáneos utilizan para generar impulso y decir que cada momento debe ser aprovechado, seguramente algunos ya la conocían antes de la película, algunos después, pero yo debo decir, que como muchos otros, la escuché por primera vez allí, la frase es: “Carpe Diem” del poeta romano, Horacio, que literalmente significa “aprovecha el día” claro que va más allá de eso, habla de aprovechar el día, el momento, el instante, las circunstancias, de arrancarle lo mejor que tienen por ofrecer y hacer lo mismo al siguiente día, al siguiente instante.

Hace una semana mi hija salió vestida de duende (una entre 40) en una obra de teatro que si bien era escolar, se hizo en el recinto más importante de la ciudad, al final, cuando el público aplaudía emocionado y algunos chiquitos desde el escenario buscaban llorando a sus Papás para que los bajaran de ahí de una buena vez. Ella observaba todo, era hermoso observarla observando, al techo, al público, a los músicos, las luces, el telón y yo imaginaba, como debía de ser de grande aquel escenario para una niña de 6 años y cuántos de los espectadores, habían dejado pasar más de una vez la oportunidad de ver el teatro desde esa perspectiva.

Vale la pena hacer un alto y reflexionar si nuestra vida está llena de días aprovechados o de “que tal sis” …que tal si hubiera hecho ese viaje? …que tal si me hubiera inscrito en ese curso? …que tal si hubiera participado en tal convocatoria? …que tal si me hubiera atrevido? Y de nuevo, me atrevo a asegurar que llegaremos a la misma conclusión, ese “detente” o ese “adelante”, no es más que una decisión particular, individual.

A qué le tenemos miedo? Que cosa verdaderamente espantosa nos puede ocurrir al asumir el riesgo de hacer algo diferente? Nuestros temores realmente justifican el que renunciemos a vivir determinadas experiencias, mira hacia atrás, anda, echa un vistazo y notarás, que tu vida está hecha de instantes en los que te atreviste, de los momentos en que hiciste a un lado tus miedos y decidiste aprovechar el instante.
Incluso los fracasos que te llevaron a crecer, tuvieron su base en una decisión, en una acción, en el momento en que una oportunidad se presentó ante tus ojos y una voz en tu interior dijo: adelante.

Y así, verás tu historia construida a base de experiencias vividas, de satisfacciones, de derrotas que te hicieron levantarte, de victorias que marcaron tu destino, de instantes en los que dijiste, sí.

Hoy, una amiga muy querida a la que tuve que hacerle manita de puerco virtual para que aceptara entrar a un concurso de relatos llamado #twitterasdesesperadas recibió una felicitación de parte de una persona a la que admira profundamente y me dijo: ya no es importante si gano o no, esto ya valió la pena para mí.

Y me hizo pensar en el valor de la experiencia, en que mi hija por ejemplo, entre los 40 duendes, lejos de ser una de las estelares y participando con un diálogo de cuatro palabras a coro: “sigue el camino amarillo” finalmente estuvo ahí, frente al público, y disfrutó de la emoción de recibir los aplausos cuando la iluminaban luces de colores, cañones de confeti explotaban a su alrededor y el telón se cerraba frente a sus ojos mientras yo repetía desde mi asiento “carpe diem niña mía, carpe diem.”

3 comentarios:

  1. doña!!!
    ya comenté en eje central
    pero nada más pa' que sepa...
    sigo pensando que escribe con madre...
    y su hija, en serio, tiene suerte de tener una madre como usted
    saludoxxx

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  2. Excelente relato. Yo ví esa película y también quería seguri esa filosofía "carpe diem". Cuando uno crece, se va olvidando de todo eso.
    Gracias, pues este escrito inspiró nuevamente la frase "carpe diem" en mi.

    Saludos, bonito blog y excelentes escritos.

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  3. Como decía el viejo cuento sobre el rey que mandó a traer a los sabios para que definieran la realidad, y que le trajeron un mamotreto enorme que fueron reduciendo a una sola palabra al final, la palabra que define a la realidad y que se aplica un tanto a lo que escribes aquí es: Quizá...
    Todo mundo basa sus actitudes en dudas y miedos basados en esta palabra: Quizá las cosas no salgan bien..., quizá pase lo peor..., quizá se acabe el mundo..., quizá me digan que no..., quizá ya no me quieran...
    Yo por mi parte, prefiero usarla al revés: Quizá todo salga de maravilla..., quizá estará genial este asunto..., quizá esta persona sea una maravilla..., quizá el día de hoy será el mejor de mi vida...
    No se trata sino de percepción.

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