viernes, 27 de noviembre de 2009

Su abrazo...

Ayer me encontraba yo en franca ligereza mental, tecleando posts en twitter como sólo yo se hacerlo, a lo borras, la noche transcurría sin más preocupación que aquella de contar algún buen chiste y darme por satisfecha al ver que ocasionaba una reacción en el prójimo.

Fue entonces cuando a mi puerta se presentaron cual jinetes del apocalípsis, mi Papá, mi Mamá, mi hermana y mi sobrino, buscando engañar mi aguda intuición entraron cada uno con una ofrenda en la mano, una chaska (esquite en otras ciudades) para mi, una para Luna y un refresco para cada una, yo trataba de convencerme a mi misma de que aquella visita tenía el único objetivo de departir agradablemente durante unos minutos en lo que las breves chaskas servidas en pequeños platos de unicel (de las de a 8) se terminaran.

Todo iba bien hasta que tras un levantamiento de ceja de mi Madre, mi hermana tomó a mi sobrino y lo llevó arriba para ver a Luna...que por cierto ya dormía así que no tengo idea de lo que querían verle, ya sola y desarmada frente a mis progenitores, llegaron las mortales palabras que habrían de hacerme tambalear: "Queremos hablar contigo"...la deliciosa salsa vertida sobre mi chaska conocida por sacar las lágrimas a quien la prueba se quedó corta en sus esfuerzos antes tal frase, y hablamos...

Los detalles por supuesto sobran, uno sigue siendo el niño caprichoso necio y dueño de su verdad: es que ellos no saben!, no están aquí, como va a ser que me vengan a decir lo que yo tengo que hacer?, es mi vida!...lo que en realidad cala hasta el hueso es la verdad que ellos poseen, la primera, todo lo que te ha formado desde que naciste, todo lo que has pasado y tu capacidad (o la falta de ella) para resolver poco a poco los golpes a los que te has enfrentado en la vida y entonces no queda más que rendirse, entregarse a su amor y comprender que pase lo que pase, nadie estará para tí como ellos lo están, como debes y estarás tú para tus propios hijos.

Desacuerdos, dolor, llanto y hasta uno que otro grito con la bendita voz que Dios le otorgó a mi Madre y mi Papá callado, observa, de vez en cuando modera, opina, siempre breve, siempre certero, y después claro, vinieron las pausas, los silencios, los acuerdos.

Cuando todo parecía haber terminado con los ánimos calmados y las cabezas frías, la despedida. Mi hermana bajó con mi sobrino y salieron rumbo al coche con mi Madre, mi Papá se quedó parado, inmóvil, callado y yo entendí la invitación, me acerqué y lo abracé como hacía años no lo hacía, tantos que no recuerdo, y el me abrazó, me cuidó y aún en silencio, me dijo en ese abrazo lo que calló durante toda su visita.

Y aún ahora, que la calma que le sigue a la catarsis me permite pensar con claridad, no recuerdo que mi Padre me haya dicho jamás "te quiero" lo cuál no sería tan extraño supongo que en general, así son los Padres, lo inquietante es darme cuenta de que tampoco recuerdo habérselo dicho yo.

Gracias por leer mi blog Papá, te quiero.

8 comentarios:

  1. Las añoranzas son buenas, me gustan, regresar en el tiempo y darle una releida a los recuerdos. Con papá viví una vida plena, de muchos acompañamientos, cuando nací el era ya un hombre grande, de 52 años, me llevó por el camino de la vida, desde mis 15 años lo acompañé durante casi 20 años trabajando hombro a hombro todos los dias en la misma oficina, en el mismo projecto. Tuve oportunidad de conocerlo como no lo hizo ninguno de mis 5 hermanos. Al final me ocupe de su entierro y tardé varios dias en llorarlo, no pude hacerlo de inmediato porque sentí que cumplí como hijo día a día en su vida. Y el habia muerto en paz, del mal de arrugas, de viejo, de cansado, en su casa que tanto quería y en mi cama, en la cama de "mi cuarto" de soltero.

    Dsde ese día me hice cargo de mamá, vivía frente a mi casa y desde ahi la acompañé durante 16 años que le sobrevivió a papá, uno de mis hijos fué a vivir con ella, con Lupita como cariñosamente la llamabamos. Al final, una enfermedad dificil, muy dificil, tanto que se trastocan los valores y a pesar de amar como solo se puede amar a un padre, pides a Dios, a mi Dios, su descanso, que pare de sufrir, que cesen sus dolores. Ella tenía miedo de morir, y quizá el unico error que cometí al final, fué el de ocultarle que estaba moribunda. Por protegerla nunca se lo dije. Murió y al igual que con papá, yo me encargué de darle sepultura y en la funeraria la registré como "Lupita" y su apellido de casada que era como la conocían todas sus amistades

    Aquí es dónde el escrito de Tania y el mío se juntan, a ninguno de mis padres les dije que los quería a pesar de amarlos y demostrarselos día a día. No recuerdo un beso de mamá o que papá me haya dado un abrazo. No, no lo recuerdo

    A mis hijos los abrazo, los beso y les digo que los quiero, a los 6, a todos, siempre que hay oportunidad y sin que sea un momento especial.

    Tanía, eres una mujer afortunada en tenerlos a tu lado, no los dejes ir sin un beso, un abrazo y un te quiero

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  2. Hola.
    Por medio del Twitter (que raro no?) me tope con tu blog. Me gusto muchisimo tu post y aunque no entiendo a profundidad lo de tu problematica familiar, me identifique con lo que platicas de los papás, mi madre es como la tuya mucha alaraca (al fin mujeres somos) y mi padre mucho silencio... Tengo 40 años y siempre tuve una relacion conflictiva con los dos, pero a fin de cuentas llega un punto en la vida que aprendes a valoralos aunque sigan las diferencias, y eso es lo importante creo yo.
    Igualmente tambien pase mucho tiempo sin decirle cuanto lo queria al igual que el a mi, pero hay cosas y lazos mas fuertes, y que dicen mas que mil palabras.
    Saludos!

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  3. Me hacen llorar tus entradas de blog, Mala Calaña querida. Sea por angas o por mangas, termino berreando como chiquillo. Son conmovedoras tus reflexiones. Un ejemplo de humanidad. Lo mismo para los dos comentarios de Martha y El Ñero. Conmovedor. Gracias. Un beso.

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  4. Sus entradas siempre son motivo de reflexión, de una u otra forma. Uno suele estimar de más lo que sabe o lo que puede hacer, y al final lo importante es saber distinguir a aquella gente que nos conoce, sabe lo que nos pasa y en lo que nos equivocamos; de la gran mayoría que no. La familia siempre estará ahí.
    Quizá nunca haya usted dicho palabras, pero como dijera Pirandello: Las palabras son como los sacos, si están vacíos no pueden tenerse en pie.
    Importantes son las cosas que hacemos, lo que demostramos, aunque no seamos mucho de decirlo.
    Aprovechemos a aquellos que nos quieren y los momentos con ellos, aprovechemos cada momento de nuestra vida, porque el presente es tan instantáneo, que cuando lo mencionamos, ya se ha ido...

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  5. Difícil momento es cuando uno ha crecido y las madres nos siguen viendo como niños. Tania te quiero compartir un poco de mí vida.
    Desde que nací fui la manzana de la discordia entre mí madre y mi abuela paterna, su relación nunca fue buena y la percepción que tengo, es que al ser la adoración de mí abuela, mí madre canalizaba todas las emociones negativas contra ella a través mío, algo bastante complejo y que me ha costado mucho trabajo superar.
    Sin embargo es ahí donde se aparece mí padre un hombre observador y analítico, que me fue llevando de la mano poco a poco, pacientemente, preparándome paso a paso, consejo tras consejo, ejemplo tras ejemplo, match de tenis incluido cotidianamente, para cuando llegó el momento, mandarme a estudiar la carrera a otra ciudad y asegurarse de que nunca regresara ni por equivocación a ejercer cerca del lugar donde ellos viven.
    Mí padre es fiel testigo de las terribles batallas que he librado contra mí madre a lo largo de la vida y seguramente en su interior estará orgulloso de aquella sentencia que pronunció ella en contra mía "contigo nunca pude", estoy seguro que lo sintió como un triunfo suyo.
    No recuerdo en mí niñez y adolescencia haber escuchado un “te quiero” de mí padre, sin embargo una vez sanadas las heridas de la infancia, he logrado como padre y esposo que ahora soy, manifestarle a mis mujeres (no pienses mal hablo de mí esposa e hijas) cuanto las amo.
    Mí padre ahora tiene 73 años y aunque vivimos separados por 700 kilómetros seguimos juntos, cada vez que platicamos, lo cual es sumamente frecuente, no pierdo la oportunidad de manifestarle lo importante que ha sido en mí vida y nunca cuelgo el teléfono sin decirle cuanto lo quiero, la sorpresa es que desde hace unos meses, mí padre se adelanta y me lo dice primero, ahora entiendo que siempre me lo ha dicho con su proceder, la diferencia es que ahora se ha permitido él mismo poderlo decir cortapisas.
    Tania, creo que es el momento de dar el primer paso y decirle a tu padre cuanto lo quieres, estoy seguro que él también se atreverá.
    Un abrazo desde el fondo de mí corazón.

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  6. Los papás son shulos... definitivamente son refugio y apoyo. Y muchas veces las palabras son mas vacías que lo que puede decir un abrazo.

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  7. Es la primera vez que te leo, soy tu seguidora en twitter, sólo puedo decir que me encantó tu estilo tu actitud y la reflexión que haces. gracias por compratirlo. Un abrazo.

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